En cada Eucaristía volvemos a la escuela de la Palabra

Tomado de la Semilla 17/julio

La primera parte de nuestra celebración eucarística tiene esta importante actitud: como María, la hermana de Marta, hacemos silencio y nos sentamos para escuchar lo que Dios nos quiere decir, tanto en las páginas del AT como en las del NT y sobre todo en el evangelio.

Eso es lo que después nos ayuda a que esta actitud de escucha siga también fuera de la Eucaristía: en la oración personal, en la lectura privada de la Escritura, en la interpretación desde la fe de los acontecimientos. Y, a la vez, esa escucha de la Palabra es la que nos empuja después a concretar en la vida esa mentalidad de Dios, de Cristo, copiando su estilo de vida. Hoy, por ejemplo, la hospitalidad. La oración y la escucha serena de la Palabra es la que luego nos mueve a la acción y a la servicialidad para con los demás.

P. José Aldazábal, sdb

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: «Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude».

El Señor le respondió: «Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará».

Palabra del Señor