Tomado de la Semilla del 9 de octubre
La pregunta que nos podemos hacer todos, como en un «chequeo de nuestro corazón», es si sabemos
ser agradecidos, tanto para con Dios como para los que nos rodean, a los que también debemos muchos
detalles y delicadezas.Hay personas que nunca dan gracias por nada y a nadie. Como la mayoría de aquellos leprosos, a los que Jesús les había hecho un favor inmenso: no sólo curarles de su enfermedad, sino facilitarles la inserción en una sociedad que hasta entonces les había rechazado rotundamente.
No se trata sólo de dar las gracias por un favor («es de bien nacidos, ser agradecidos»). Jesús nos pide una
Por: P. José Aldazábal, sdb
actitud más profunda. Un creyente se tiene que situar ante Dios, no esgrimiendo derechos, sino con humilde gratitud, sabiendo admirar los detalles del amor con que Dios nos rodea.
Evangelio según San Lucas 17, 11-19
En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes». Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: «¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?» Después le dijo al samaritano: «Levántate y vete. Tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor
R/. Gloria a ti, Señor Jesús.